10 dic 2017

Aquelarre - Aquelarre (1972)


Antes que nada les digo que hablar de este álbum es hablar de la vida, así que antes que nada dejo en claro que no ingresaremos en reflexiones absurdas que desembocan en  grandes comentarios vacíos.

Ahora, unas palabras personales antes de comenzar:
Esta es la última reseña que hago para el blog, agradezco infinitamente a Jimi por haberme acogido todo este tiempo en este grandioso blog, así que luego de todo este derrotero confuso puedo decir que finalmente el jardinero se dio cuenta que para llegar a Cantabria uno debe de dejar toda atadura al pasado…

Se ha dicho mucho de este álbum pero siento que pocos se animaron a comentar más allá del cliché musical en el que muchas veces se ve envuelta esta obra. En ese sentido debemos de afinar nuestra humanidad para poder conectar con Aquelarre.

Aquellos oyentes desprevenidos que solo atinan a decir sobre esta obra cosas como: “alta banda, que poesía papá”.

Uno realmente ha tenido que padecer y resistir para tratar de asimilar esta obra. Entonces, desde este momento el comentario sobre este álbum se hace “personal”, así que si quieres saber que tal suena, si es una obra maestra o si la voz de Emilio no convence, te invito a salir del post y dirigirte a los comentarios de youtube sobre el álbum, allí llenarás tu implacable sed de vacío.

A manera de introducción hago la siguiente pregunta, que en realidad deriva en una "reflexión", Why?...

Antes de ingresar en este mundo, antes de que nuestros padres nos concibieran...
...nuestros padres nos concibieron ya sea de manera accidental o planificada, una familia ideal o una familia con carencias, una vida social ideal o una vida social inexistente, un aspecto físico ideal o deficiente, una autonomía implantada o inherente.
De repente nos vemos solos frente a la sociedad, con una coctelera en la cabeza.
Nuestra creciente necesidad de hablar de la luz y la oscuridad.
Comenzamos a desvelar el claroscuro, nos damos cuenta de la profunda conexión que tenemos con el miedo.
Es entonces que viéndonos marginados de todo camino lineal, vamos observando que quizá lo bueno y lo malo no existe.
Mientras tanto la mente no soporta más el día a día, es entonces que uno comienza,
comienza a darse cuenta que aquellos muros que yacen frente a uno, se pueden derribar
y avizorar al humano sin cadenas, sin imagen.
Pero existe algo que nos aletarga hasta disipar toda fuerza de voluntad inicial,
algo que habita en el inclemente pensamiento,
aquellos escombros del pasado ignorado,
aquel canto que brota desde el fondo de las ruinas…

Uno ingresa en un auténtico caos, como si la mente rebalsara. Finalmente me doy cuenta que en mi intento de conocer y desatar, cada vez estoy más cerca de la locura que de la supuesta verdad. Como si algo dentro de ti lo impidiera…

Pasado el agobio uno se da cuenta de que esa propia voz que surge como un canto de muerte desde las entrañas, no es más que tu mente asociando el caos con la supuesta luz. En ese sentido, esa voz que avala el “no puedo”, es tu propia voz corriendo hacia el extremo del no querer ser…

Como si nuestra fuerza de voluntad, perfumada con poemas y canciones, se viera de un momento a otro sometida por aquella pantera. Es entonces que todo se aclara, aquella supuesta fuerza de voluntad se extingue y en su lugar brota un profundo miedo hacia la oscuridad. Finalmente me doy cuenta que cualquier supuesta vía de búsqueda que surge dentro del confort de una casa, una silla, un techo y un poema “trascendente” musicalizado, es solo eso… simples palabras que serán asfixiadas por el tiempo.

¿En verdad crees que estas trascendiendo la vida lineal?, o quizá todo es parte del gran ajedrez. Tu aparente camino de auto-descubrimiento y trascendencia solo refleja tu hipocresía. Personas que se aferran al arte para exprimir su ego, crear una banda, crear una imagen, crear un concepto, subir el álbum completo a youtube, crear una cuenta en bandcamp, crear una cuenta de facebook, etc… Y por otro lado están los “vanguardistas”, aquellos que protegen su obra ya que aseguran que ellos solo ven al arte como un medio de expresión y canalización de sus más profundas emociones ya que según ellos si no fueran “liberadas” mediante la música se descompondrían dentro de uno… Todo esto lo resumiría en esta frase:

Hoy llueven brazos pintados
desde el cielo
a todas horas.

Déjame decirte que la trascendencia solo es una palabra más dentro de tu diccionario, la usas por conveniencia y aun así pretendes estar en “proyección”. Muchacho, desde tu habitación, desde tu PC, desde tu teléfono móvil, desde tu encierro, no cambiaras nada, por el contrario, solo acomodarás un poco la columna, moverás los dedos y conseguirás cambiar el fondo de tu pantalla o en lo que respecta a la tarea titánica de búsqueda de aceptación, cambiarás tu foto de perfil en facebook o compartirás tu canción favorita. Todo el día danzarás junto a la pantalla y verás cómo se pasa la vida. 

Todo esto producto de aquella voz implacable que nos impide salir del encierro, aquella voz que grita:

 ¡no puede ser!, ¡no puedo ver!

Es aquí donde toma fuerza la gran pregunta… Why?

¿Por qué tanto delirio?, ¿qué es la locura?, ¿qué pretende la gente con la vida?, ¿qué pretenden que haga con mi vida?, ¿qué es la libertad?, ¿por qué dependo tanto de estos objetos materiales "inteligentes"?, ¿y la tierra, el sistema solar, la galaxia, el universo?, ¿qué es el no ser y el ser?... y los cuestionamientos nunca acabaran dentro de este embriagador caos.

Y la pregunta cobra aún más fuerza… ¿por qué?

Quien dijo que la madurez es un punto de comprensión de la realidad?, a veces uno quisiera retornar a la niñez para no cargar con tanto agobio, para así saber que ante cualquier error estarán nuestros distraídos padres que inmediatamente harán todo lo posible para solucionar aquel error e impedir que este nos afecte. Pero ahora, ellos no están, estamos solos, nuestras acciones las llevamos a cabo nosotros e igualmente nos hacemos responsables de ellas.

Pero no solo en el plano de las decisiones, a veces yo quisiera ser una persona que no se esté cuestionando tanto el hecho de vivir en sociedad, tejiendo una serie de teorías para interpretar el por qué de la búsqueda de estabilidad económica. A veces la mente se estira tanto que finalmente uno termina cansado, como si el hecho de “discernir” la realidad pesara demasiado. Más aún cuando la gente que te rodea simplemente se arrastra en el día a día, en constante búsqueda de placer…

Y la soledad implacable, ¿quien vela por los frágiles sentimientos de uno mismo si la persona es capaz de autodestruirse a sí misma?

Vengan
a ver si estoy aquí,
cambiando de color
pensando tu dolor.”

 Levántenme de aquí,
sáquenme esta piedra
que no aguanto más
este clamor de mi corazón.

El amor esta distante, en la cuidad uno observa relaciones vacuas, gente que solo se une en base a superficialidad, como un juego de atracción que terminará cuando la personas succionen todo el maquillaje y finalmente el deseo se disipe junto con la atracción. Y es así como acudirán a la siguiente presa…

Cuesta encontrar gente con la cual charlar, pareciera que la soledad se hace más fiel, menos distante y compañera de llanto…

El padecer se extiende sobre un inmenso manto que busca escapar de la autocompasión, para así observar en plenitud nuestras inmensas ganas de vivir representadas en aquel hondo llanto… como si por un instante nos remitiéramos al llanto de un bebé.

Al salir del llanto, nos topamos con el jardín, las lágrimas revitalizaron el espíritu de niño que yace en nosotros, pero de repente todo se hace real, ya no eres un niño, tus días de sol sin preocupación alguna son pasado. Ahora solo llegas a ver la distancia que te separa de aquel árbol que te vio jugar y “crecer”. Como si en aquel inocente juego se escondiera el secreto de tu penumbra, el motivo de tu desconexión con la naturaleza. Aquella sutil esencia que te impulsaba a volar aún sin poder conseguirlo se disipó en la medida que el gris del concreto fue ocupando más tu tiempo, sepultando así tu conexión con el jardín, aquella parte superior del árbol que ya no pudiste alcanzar al abandonar la inocencia. Tu lejanía inevitable….

Como hacer que el dolor
tenga tu misma voz,
es que Alberto se cae
y se quiebra mi voz.

Un grito es el clamor
o es la primer canción, 
y aquí está mi mirada
compartida con vos.

Un grito es el clamor de aquella inocencia extraviada cuya ausencia se convierte en vacío y penumbra.

Jugador, campos para luchar…

El título de la canción no es una invitación, yo diría que es el inicio de la clave para afrontar este gran laberinto que nos aleja de aquella esencia.

La sociedad siembra en nosotros la indiferencia, aquel estado casi mecánico en el cual estamos dispuestos a pasar por encima del otro solo para obtener esa estabilidad por la que tanto pugnamos.

Ante lo ingenuo, ante el humano que recién acaba de salir del jardín a afrontar su propia vida, la sociedad estará dispuesta a destruir todo rastro de inocencia dentro de aquel joven, un juego que la cuidad domina y destruye. 

Es así como paulatinamente va desapareciendo tu conexión con la vida y te vas convirtiendo en un engranaje más que aspira a beber de la mejor fuente de estabilidad económica que “equilibre” tu día a día.

Un juego en el cual siempre caemos derrotados, un juego que afrontamos con demasiada ingenuidad pero que hay de malo en sentir?

Aquella casa que buscamos llenar de materialidad, en un principio estuvo vacía, el humano sin ambiciones… sin imagen... 

Surge el canto desde el fondo del intrínseco descontento:

Eh!...jugador, la casa está vacía.
 No vengas a jugar,
porque este juego limpio
no es para ti.

Hasta aquí llegué.
No vuelvas nunca más
no vuelvas nunca más
aquí, aquí.

Y entonces recordamos nuestra conexión con aquel jardín y cómo nuestro agobio se disipa en medio de aquel sencillo juego limpio:

En el jardín,
acaso alguien me grite
si soy un ser
normal, normal,
o el grito de mi cara
dejó de respirar.

Finamente, la clave es cantada con austeridad y valentía:

Hasta aquí llegué,
flores para amar
campos para luchar
aquí, aquí.

Lo que nos depara es indescifrable, pero mientras nos encontremos en vía de búsqueda y ante el “movimiento” implacable volquemos el “cantemos tu nombre…”; el hecho de vivir y morir estará cerca de ser aceptado.

Extraeremos de que aquel “movimiento” existencial enlazado al cansancio, al agobio y la soledad, la siguiente enseñanza de vida, una premisa eterna yo diría:

Miren a esos niños
Cómo cantan luz,
sus cuerpos sudados
van a preguntar.
Y si es así
la forma de configurar,
reuniones de hermanos
tan blancos de sal.


Hasta siempre lectores… 

Abran todas las ventanas
lentos campos van a hablar,
árbol de una sola calma
canto que gotea el sol...


Dedicado a aquella estela de luz, Hugo Gonzáles Neira…

El jardinero de Cantabria


Cod: #1301